El neumólogo del Hospital de Valme, Francisco Campos, participa en el manual de referencia internacional sobre patología del sueño

Único andaluz y entre los cuatro especialistas españoles implicados en la elaboración de este importante tratado de MedicinaEl neumólogo del Hospital de Valme, Francisco Campos, participa en el manual de referencia internacional sobre patología del sueño

El neumólogo y jefe del servicio de Neumología del Hospital Universitario de Valme de Sevilla, Francisco Campos Rodríguez, ha participado en el manual internacional de referencia sobre patología del sueño: `Principles and Practice of Sleep Medicine´. Es uno de los cuatro especialistas españoles y el único andaluz partícipe en la elaboración de este tratado de Medicina, considerado como la Biblia de la patología del sueño con casi 400 autores de procedencia mundial y más de 200 temas.

Editado por el prestigioso Prof. Meir Kryger, acaba de publicarse su séptima edición siendo Campos Rodríguez el coordinador de uno de sus capítulos. Se trata del capítulo destinado al abordaje de la apnea del sueño y la hipertensión arterial, una temática sobre la que este profesional dispone de gran experiencia asistencial e investigadora que avalan su prestigio.

La apnea del sueño es una enfermedad muy frecuente, que afecta aproximadamente del 6-10% de la población. Se caracteriza por la obstrucción de la vía aérea superior mientras se duerme, provocando hipoxia y alteraciones en la estructura del sueño. Produce deterioro de la calidad de vida, hipertensión arterial, aumento del riesgo cardiovascular, somnolencia diurna excesiva y aumento del riesgo de accidentes de tráfico, entre otros.

Asociación de la apnea del sueño y la hipertensión arterial sistémica

La apnea del sueño constituye un factor de riesgo reconocido por la comunidad científica para padecer hipertensión arterial sistémica simple, así como formas de hipertensión arterial resistentes a los tratamientos farmacológicos. El principal mecanismo implicado es la activación del sistema simpático relacionado con la hipoxia intermitente (falta de oxígeno) que se produce en cada apnea.

Esta asociación entre apnea del sueño e hipertensión arterial sistémica se refleja en que aproximadamente un 50% de los pacientes con apnea del sueño moderada-grave son hipertensos, y a la inversa, más de un 30% de los hipertensos y más del 70% de los hipertensos resistentes al tratamiento presentan una apnea del sueño. Se estima que padecer una apnea del sueño moderada-grave aumentaría entre 1.5 y 3 veces el riesgo de desarrollar hipertensión arterial.

Otro aspecto que reseña Campos Rodríguez es el hecho de que la apnea del sueño sea capaz de modificar el patrón tensional nocturno fisiológico, que en individuos normales suele suponer una caída de la presión arterial durante el sueño de al menos un 10% con respecto a las cifras de presión arterial observadas durante el día, a un patrón denominado “non-dipper”, en el que la presión arterial no baja durante el sueño, y que es un reconocido factor de riesgo cardiovascular.

Por otro lado, este experto sevillano destaca las principales medidas requeridas en el tratamiento de la apnea del sueño: evitar la obesidad y el tabaco, así como disponer de buenos hábitos de sueño. Por lo que se refiere al tratamiento con un equipo de presión positiva continua (CPAP), se ha demostrado que cuando se combina con la pérdida de peso en pacientes obesos, puede reducir adicionalmente las cifras de presión arterial en pacientes hipertensos. Diferentes estudios estiman que el tratamiento con CPAP puede reducir en torno a 2-2.5 mmHg la presión arterial sistólica, y en 1-1.5 mmHg la presión arterial diastólica, lo cual ha demostrado a largo plazo una protección cardiovascular clínicamente significativa. Estas reducciones en la presión arterial son aún mayores en pacientes con hipertensión arterial resistente, en torno a 4-5 mmHg.

Asimismo, pone de manifiesto que “para que la CPAP sea eficaz, es fundamental un uso correcto del aparato, lo que implica usarlo todo el tiempo de sueño; es decir, todas las noches, un mínimo de 4-5 horas diarias”.