Técnica compleja y especializada, dirigida a ganglios nerviosos próximos a la médula que ayuda a paliar el dolor y la discapacidad junto a la mejora de la calidad de vida
Desde la Unidad de Dolor Crónico aportan esta alternativa cuando otras técnicas y los tratamientos farmacológicos convencionales no han dado resultados
La Unidad de Dolor Crónico del Área Hospitalaria de Valme, localizada en el Hospital El Tomillar, ha llevado a cabo su primer implante de un neuroestimulador del ganglio de la raíz dorsal (GRD) para el tratamiento del dolor crónico neuropático de difícil control. Se trata de una técnica basada en la implantación personalizada de un dispositivo (electrodo y generador) que permite controlar los síntomas de dolores de muy difícil manejo, mejorando además la discapacidad asociada y la pérdida de calidad de vida que el dolor crónico neuropático supone. Este primer caso ha sido realizado por el equipo que lidera el anestesiólogo Ángel Martínez Navas.
La Unidad de Dolor Crónico del Área de Gestión Sanitaria Sur de Sevilla dispone de amplia experiencia en neuroestimulación medular; sin embargo, esta nueva técnica se caracteriza por su aplicación sobre una estructura anatómica muy próxima a la médula espinal para el abordaje del dolor neuropático de alta complejidad cuya eficacia está demostrada.
Este primer caso se corresponde con una paciente de 28 años cuyo dolor en la rodilla derecha le sumía en una mala calidad de vida con dolores continuos y discapacitantes, tras haberse sometido previamente a diversas técnicas y tratamientos analgésicos sin lograr un alivio adecuado. Por tanto, el dolor no estaba controlado, impidiéndole el sueño, limitándole la movilidad e incluso no tolerando el roce de la ropa en su extremidad.
Resultados clínicos altamente satisfactorios
La estimulación del ganglio de la raíz dorsal es una modalidad de neuroestimulación más específica desarrollada actualmente, ya que permite dirigirse a zonas muy definidas y difíciles de alcanzar con la estimulación convencional de cordones posteriores de la médula espinal. Representa una alternativa a la farmacoterapia a largo plazo para el alivio del dolor neuropático y a diferencia de los tratamientos farmacológicos, que se administran a todo el organismo, la neuroestimulación se dirige específicamente al lugar concreto del origen del problema del dolor.
La paciente intervenida fue sometida a una fase de prueba del dispositivo y tras los resultados satisfactorios, se ha llevado a cabo su implante definitivo. Según el jefe de sección de la Unidad de Dolor Crónico del Área de Gestión Sanitaria Sur de Sevilla y anestesiólogo encargado de realizar este primer implante, Ángel Martínez Navas, “los resultados son altamente satisfactorios dada la calidad de vida que ha recuperado la paciente: el dolor ha disminuido en más del 50%, ha dejado de tomar analgésicos, puede descansar y conciliar el sueño junto a la mejora de su capacidad funcional.
Tratamiento dirigido al origen del problema
La terapia de neuroestimulación del GRD consiste en la administración de impulsos eléctricos de baja intensidad a los ganglios de la raíz dorsal de una o más (hasta cuatro) raíces espinales seleccionadas, que constituyen el nexo entre los nervios que recorren el cuerpo y el sistema nervioso central.
En este sentido, la estimulación del ganglio dorsal de la raíz dorsal se ha convertido en un método muy eficaz para tratar dolores neuropáticos periféricos en zonas difíciles de acceder desde el sistema nervioso central y ayuda a restablecer la calidad de vida del paciente. Además, constituye una alternativa en casos de mala tolerabilidad del tratamiento farmacológico, que es posible retirar una vez colocado el implante.
Terapia personalizada y reversible
Los pacientes que reciben un sistema de neuroestimulación del ganglio de la raíz dorsal se someten a una intervención quirúrgica menor en las unidades de Dolor Crónico en la que se les implantan uno o varios electrodos por vía epidural, cerca de las raíces nerviosas que conectan la médula con el sistema nervioso periférico. Posteriormente, los electrodos se conectan al neuroestimulador, un dispositivo parecido a un marcapasos que produce la estimulación. Una vez activado el sistema, el neuroestimulador se programa de forma personalizada para proporcionar un control óptimo de los síntomas dolorosos del paciente.
Tras la primera intervención, los pacientes se someten habitualmente a una valoración provisional, también llamada periodo de prueba, que les permite experimentar las sensaciones de la estimulación antes de decidirse por la implantación quirúrgica del sistema. Destacar que esta terapia de neuroestimulación es reversible; es decir, en algunos casos los médicos pueden interrumpir el tratamiento de forma inmediata con solo apagar o retirar el estimulador.
La paciente intervenida se sometió a la implantación de un electrodo en el nivel L3 para abordar un dolor crónico neuropático en la rodilla derecha, refractario al tratamiento. Esta primera intervención está sujeta a un período de prueba antes de recibir el implante definitivo al objeto de valorar la eficacia de esta terapia a través de cuestionarios clínicos específicos, que miden el alivio del dolor y la mejora en su capacidad funcional y calidad de vida.
Después de dos semanas de prueba y verificar su eficacia, con la consolidación de su mejoría, se programó una segunda intervención en el quirófano de la Unidad de Dolor Crónico donde se materializó la colocación del generador del neuroestimulador por vía subcutánea y como resultado el implante definitivo y permanente.